martes, abril 11, 2006

Incontinente Deseo

Se trataba de un pequeño ardid lleno de suntuosos detalles que fueron proliferados esa noche en medio de todo el desorden que provocaba en su cuerpo el contorneo voraz de sus sentimientos. El corazón pareciese que iba a escaparse del lecho de su pecho, ansioso y palpitante aunaba todos los esfuerzos por mantenerse incólume ante la eminente presencia del instigador de sus afecciones, mejorías y alucinaciones. Ese dia transcurria en medio de un despampanante zigzagueo viceral que mantenía en constante vigilia al iracundo deseo de pertenencia que yacía entre los cuerpos de los citados al encuentro.
La distancia mantenía en perfecto estado la condición del deseo que permanecía fuerte, vigoroso y dichoso de existir. Casi como si se tratara de un recuerdo, ella lo abordó con cariño y con la afable sensación de haberlo reconocido como el mismo de siempre, como aquel sujeto que constantemente sostuvo que volvería a verla. Naturalemte ella, conmovida por las circunstancias, creyó que lograría mezclar ambas cosas, las sensaciones que tuvo en ese instante...la añoranza del avistamiento y la actitud enfática de persistencia de un sujeto en poseerla y que está ahi dispuesto a ser poseído tal cual ella lo deseaba.
Ese mix de emociones jamás imporvisaría una mirada, una palabra ni un destello de falsedad alguna, pero al fín la escusada se dió cuenta de algo maravilloso...aquél tipo no era el de siempre, este figura como un ente que transforma sus miradas en un avistamiento de cierta novedad, de absoluta nobleza y que a ella le perturba en lo mas profundo. Junto a él todas las barreras que ella se ha impuesto son derribadas de sopetón, casi de manera inexorable ante él.
Una sensación de júbilo atravieza el costado de su alma, del mismo modo comienza a tejerse una red de confusos sucesos que van aparcando la tarea de consumirse en el abrazo constrictor que tanto ella anhela. La exquisita sensación de contemplar la visita de este ser transforma en ardiente paciencia la espera de asistir a la fuente de las solicitudes de su pasión, el jolgorio y la devocion por ser "uno" los dos. Al fin sus cuerpos se entrelazan y sienten gota a gota el néctar destilante del fruto caído desde el cielo que cubre sus cabezas, desde el cielo que cobija sus intenciones, los instintos y la sugerencia de estar juntos.