miércoles, junio 14, 2006

CONSTERNADA HASTA EL TUÉTANO....


Siempre con el mismo entusiasmo de la primera vez, del primer encuentro entre ellos...dos cuerpos que solicitan ser llevados al confín de los sentidos, donde se unde el sabor y el anhelo por conseguir, aunque sea, un pequeño mástil de amor, pasión y deseo febril. Al igual que ese entonces, ella lo esperaba cautelosa y meticulosa, detenidamente paciente y segura entre tanto desconsuelo que invadía ese momento, ese espacio, ese lugar en común que comparten a la hora de amasar la inconsecuente idea de entrega mutua. Esa noche había algo, una presencia insidiosa que penetraba sus ojos, que no lo dejaba disuadirse de lo cotidiano y vanal, que no hacía posible que se entregara a ella para poder disfrutarlo y llegar a compenetrar por completo su condición y naturaleza, ¿que más se podía pedir, sino que estuviese ahí?.
Muchas preguntas se le vienen a la mente, pero la más importante y elocuente de todas es ¿para qué?. Sigue la interrogante, ¿la razón de lo absurso o la estupidéz de la razón? ¿qué hace que no pueda más acercarse a su cuerpo?, ¿qué hace posible el alejamiento entre ellos?. Trata de volverlo a ver, imagina otra vez como se siente su piel junto a la suya, sueña con sentir su olor encima suyo y masajear sus costillas con las yemas de sus dedos, fantasea con el devenir de esas interminables noches, divaga incansablemente con el deseo candente y perpetuo de que él posea una maestría en su vientre. ¿Porqué se fue?, ojalá ella pudiera una véz más sentir el acariciar de su mirada, apreciar nuevamente la invasión a su matríz a cargo de éste soldado fugáz y enérgico que dejó desierto el valle de sus gemidos. Revolotea de jolgorio con sólo imaginar la hora de entrar en comunión con sus gemidos y situarlos en el podio de un amanecer eterno y fulmiante de algerias que no migran, perpetuar el acto magnífico que querer estar ahí presentes en cada momento.
En donde quiera que se encuentre su cuerpo se solicita , se requiere el regreso al festejo de nuestras almas inciertas, pero dispuestas a vivir extenuantes la posesión efectiva de cada instante que nos pertenezca juntos.